Como si no fuera poco, una tragedia que se apila sobre las otras anteriores, el tsunami y la planta nuclear que ya está a punto de adquirir el título de la peor catástrofe industrial en el mundo.
Los terremotos no cesan, la planta nuclear sigue dando fuertes dolores de cabeza al gobierno, y ahora, el volcán capaz de catapultar la radiación al resto del mundo.
Hay que recurrir al creador por su misericordia sobre la población de Japón y la del resto del mundo. Pareciera como un rollo que continúa abriéndose.
El horizonte se ve sombrío y no se ve el final.
La agonía no termina después del tsunami.
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