En 1944, mi abuelo, Héctor Montalvo, participó en un golpe militar en San Salvador, El Salvador, para derrocar al entonces presidente de la nación, el General Maximiliano Hernández Martínez. El golpe fue comandado por los oficiales Alfonso Marroquín y Tito Tomás Calvo. El General Hernández logro apagar la rebelión militar cuando emboscó a los golpistas en la carretera que conducía a Santa Ana.
El General, por mandato ejecutivo, al día siguiente, mandó a fusilar a los golpistas quienes no gozaron de juicio. Mi abuelo, “Papa Héctor” como le decíamos, logró escabullirse de las fuerzas armadas oficiales y logró entrar a la Embajada de los Estados Unidos para solicitar asilo político. La embajada americana, lo metió en una caja, y en un vehículo oficial lo mandaron al Aeropuerto Internacional de Ilopango, donde a escondidas, fue introducido a un avión de Pan Am con rumbo a Estados unidos.
Fue durante esa agonía, metido en esa caja, que mi abuelo acudió al Rey del Cielo e hizo un pacto con El donde le dijo que si lo salvaba de esa situación, acudiría a Dios y le buscaría el resto de su vida. Años después, cuando era niño, durante las vacaciones de semana santa, viajábamos a la costa, San Diego, en el departamento de la Libertad. Allí, mi abuelo tomaba algunos días y se desaparecía del grupo familiar para apartarse a buscar a Dios y cumplir su promesa de buscarle.
Elul, el tiempo de arrepentimiento, consiste en buscar a Dios, no porque nos persiguen, o porque pasamos una enfermedad o agonía de cualquier tipo. El tiempo de arrepentimiento, verdaderamente nace de un sentimiento de amor, respeto, reverencia y genuino interés hacia nuestro Creador. Es mucho mayor el mérito de arrepentirse delante de Dios por reverencia a El, que por necesidad personal cuando nos vemos acorralados por enfermedades o problemas. Por supuesto, no quiero quitar el mérito de los que se han arrepentido por alguna situación específica. Al fin y al cabo, lo importante es encontrar a Dios y seguir su palabra.
Vivimos tiempos muy difíciles. Vivir por principios morales pareciera ser cosas del pasado. Cuando decidimos cambiar nuestras vidas para vivir correctamente, podría lucir que nos estamos volviendo obsoletos. La Biblia nos motiva a regresar a las sendas antiguas. A seguirlos principios de Dios. ¿Son antiguos? - Si. Pero no pierden vigencia y resuelven lo insoluble. Pruébalo. Mientras la puerta de arrepentimiento aun está abierta. Arrepentirse en 1944 comparado con arrepentirse en el 2011 produce la misma libertad en el corazón, ya que los principios de Dios son vigentes para siempre…
Por eso, para el que alcanza sabiduría en el corazón, arrepentirse, nunca será obsoleto.
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